09 marzo, 2018

Exposición "Casi Antológica" en el Museo de Algeciras


El 18 de Febrero del 2018, se inauguró la exposición retrospectiva que Algeciras brinda a un pintor que ha pasado en ella, mas de 60 años de su vida,  dedicándose a la enseñanza de dibujo y bellas artes en sus institutos y escuelas de artes y oficios.

La exposición, genialmente comisariada por Nando Arguelles,  La obra permanecerá expuesta hasta el 27 de Abril de 2018 y se puede visitar de lunes a sábado, en horario de 10:00 a 14:00 .



Esta exposición, recupera obras de todas sus etapas artísticas, incluyendo desde estudios de su época de estudiante en La Escuela de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), hasta sus obras mas recientes, retratos, grabados, paisajes etc, algunas de ellas, cedidas por colecciones privadas.


                                    El artista y Nando  Ramos-Arguelles

El texto de su catálogo, escrito por la Premio Nacional de pintura, Soledad Sevilla, dice así:

"LOS RASTROS DE UNA VIDA

Me enfrento a la difícil tarea de escribir sobre Luis Orihuela y tratar de describir con palabras una personalidad caracterizada por la intensidad, dificultad que se acrecienta cuando media poderosamente el cariño y la amistad.
Es imposible para mi pensar en Luis Orihuela y no ver sus hermosos paisajes donde los olivos se adaptan geométricamente a la ondulación del terreno. Estas imágenes nunca nos abandonan si pensamos en Luis, porque son creadas de dentro hacia fuera, no al revés que sería lo lógico cuando el artista se enfrenta al paisaje porque esas obras fueron generadas desde dentro, desde la interioridad infatigable de su gran vocación. Lo exterior se vuelve interior y sus obras nos emocionan porque son parte de sí mismo.
Sus cuadros más que objetos son parte de una vida, y vemos en ellos la memoria. La memoria es la repetición de algo: algo del pasado vuelve a presentarse en el presente. Sin repetición no podríamos reconocer nada, dice Kierkegard, “porque lo que se repite ha sido anteriormente-de lo contrario no podría repetirse- pero el solo hecho de que se repite algo que ha sido, confiere a la repetición su carácter de novedad”.
El recuerdo mira hacia atrás, la repetición hacia delante.
Con esa repetición de la unidad Luis Orihuela crea campos extensos que nos inspiran porque la experiencia de ver arte no es solamente visual, también es emocional, y percibimos la experiencia de alguien que se dirige en privado a nosotros.
Luis Orihuela es un pintor al que le debemos esas obras hechas de recogimiento, y delicadeza.

Soledad Sevilla 2018"


La exposición, fue inaugurada, por la Teniente Alcalde y Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Algeciras, Doña Pilar Pintor, y en la inaguración, también se leyó este precioso texto, por parte de Miguel VegaPoeta, y Coordinador de actividades culturales del Ayuntamiento de Algeciras y antiguo alumno del pintor :

LA LUZ DE LOS MEMBRILLOS
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                Puede suceder, que al trasluz de la vida tendida al sol, con su cadencia de piano, junto a los descoloridos apuntes de la memoria perdida, reaparezcan los sueños y el miedo, que un día habitaron adolescencias y pupitres, casas e infancias, aula y tinta china, entre los lejanos olivos y el tiempo de las huidas, que suenan en el profundo sur de la guitarra y su marítimo flamenco,  a los veranos que duraban años, a los pies del barranco, donde sangra el poeta y la inmortalidad le acecha, con su regusto agridulce de naranja amarga y verso roto.

                Y mientras, aquí donde la vida, seguíamos perdiendo las batallas contra el tiempo, llegábamos a la pintura, como a un estado de ánimo, y a ella nos aferramos, como la piel a la manzana, cuando conocimos a Luis Orihuela -el catedrático de dibujo-  siglos antes de descubrirlo como el artista y el genio,  que selló para siempre, un  personal pacto poético con la naturaleza y sus colores, y que entre las canciones de Serrat y la melancólica lluvia machadiana, en los cristales del invierno de cualquier curso pasado, que tachamos a destiempo de los almanaques del corazón, nos enseñó a buscar la luz, en los óleos, los carboncillos, el sol y sus pigmentos. 

                Ahora, recorriendo cuadros con su firma, en esta antología de culto y fuego, desde su textura de marismas y amapolas -como cuando estaba aprendiendo a ser persona, antes que hombre-  con las leyes no dictadas del trazo y de la línea, de la sombra y el desnudo, la geometría y el círculo, el cuerpo y el paisaje, o la abstracción de lo invisible, su obra sigue alterando la visión del mundo y su belleza, que aún persigo, coloreando bodegones, en un cuaderno de dibujo, donde nunca supe encontrar la luz, ni de los veranos, ni de los membrillos, que en cada uno de sus lienzos, la vida enciende.

La pintura, como arte, a la inmortalidad acerca, desde estas paradas de la vida, que suceden tardíamente, pero mientras transcurren, se esfuman los extraños, aparecen los amigos, y los dioses pintan.

                Y es cuando el maestro, atraca en Puerto Sol, y es cuando el artista se deja empapar por una lluvia acrílica, desde su cotidiana vocación, de sentirse a la par, Dios y Juan Lobón, cuando pinta, o cuando canta, amontonando los pinceles, que sostienen en pie la arquitectura del verso, que de su pintura nace. 

                Luis Orihuela, desde la luz de los membrillos, regresa en cada milagro, en cada lienzo, para abrir las ventanas y la vida, como ayer, y como siempre.



MIGUEL  VEGA




Saludos cordiales

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30 octubre, 2006

Luis Orihuela: La poética del color

Junto a esta tapia de Jazmines, y con motivo del fin de la exposición de Caja Granada, insertamos la crítica que sobre dicha exposición público la periodista, escritora y crítica de arte, Eva Galán, en el diario, Ideal de Granada:

EVA GALÁN GRANADA



La Pintura de Luis Orihuela vuelve a visitarnos en este cálido otoño de variadas tormentas y esperanzadoras luces de atardecer, como esperanzada y reveladora es la luz de unos cuadros cuyo carácter monumental nace de la sacralización del color, del protagonismo absoluto de diversas gamas cromáticas de bellísimos tonos, que abarcan todos los registros posibles del duende del color, que en el caso de la pintura de este artista jienense tan estrechamente vinculado a Granada y a Cádiz hace tangible la frase de Federico: “El duende es ese misterio magnífico que debe buscarse en la última habitación de la sangre...” El misterio que irradian estos cuadros, en los que la vegetación es universo, y cada hoja, cada brizna, cada flor, cada brisa, cada gota de rocío tienen vida y nombre propio, respiración, latido y palabra, es el secreto de una intrínseca belleza, que va más allá de lo puramente matérico. Estas obras, en gran formato, realizadas en óleo o en pastel sobre lienzo o tabla, son sin duda una exaltación magistral de la vida, de su fugacidad, de su magia; las grandes masas florales, símbolo inmemorial del ‘centro’ del Universo, del alma, son exquisita síntesis de forma y esencia, de color y perfume, de melancolía y lirismo, de pasión y de contemplación unidas.

Estas obras, serenas apoteosis del color, constituyen el resultado de una profunda percepción de la realidad visible, de la Naturaleza, que nos hace ver el interior de esa realidad, ¿y cómo?: pues adentrándose, sumergiéndose en el interior de lo material, haciéndose magnificada naturaleza con el entorno cotidiano que acompaña al pintor. La cualidad fragmentaria y monumental de estas obras, el viaje iniciático que esta exquisita muestra supone al interior de la inmensidad del reino vegetal, poblado de vida, misterio y susurros, protagonista inagotable de un ciclo inmemorial que se repite era tras era, siglo tras siglo, año tras año, segundo a segundo, es la característica esencial de una obra que nos lleva a vislumbrar lo inconmensurable de una naturaleza que nos contienen y que nos supera, a pesar de tantos y cada vez más reiterados e impunes atentados contra ella. Estos deliciosos y majestuosos cuadros de Luis Orihuela nos llevan a desvelar el misterio auténtico de la Naturaleza, el de la vida, ese que siempre se renueva y que nos supera siempre, ese misterio indescifrable que, en clave de color, da vida a estos bellísimos cuadros que son lección magistral de saber, de conocimiento, de profesionalidad, de libertad expresiva. Ese misterio, el de la vida, que es también el de la belleza, es el que sin duda hace sentir a todos los visitantes a esta muestra que aún existen espacios para la felicidad, que el Paraíso, después de todo, es posible.


30 de septiembre de 2006

10 octubre, 2006


Imagen de la sala de Granada de la Calle S. Antón en la que ha expuesto Luis Orihuela

FIN DE LA EXPOSICION DE GRANADA


El pasado día 5 de Octubre, finalizo la exposición de Orihuela con un gran éxito de crítica y público. Los cuadros ya han sido retirados de la sala 1 de Caja Granada y el artista se pone manos a la obra (nunca mejor dicho), y a preparar futuros proyectos de los que os iremos informando.

Así mismo también iremos colgando reseñas de las críticas recibidas en esta última exposición.

28 septiembre, 2006

"Marismas de Palmones"


EL ARTISTA EN LA PRENSA

Con motivo también de la exposición de Granada, se han publicado varias reseñas en prensa. Especialmente en los periódicos locales. En su lugar de residencia de Algeciras también los periódicos han recogido opiniones y entrevistas sobre el autor y la mencionada exposición. Pinchar el siguiente "link" si quereis leer lo que se publicó en el Diario Europa Sur de Algeciras:
"Interior de Olivo"

SOBRE LA EXPOSICION DE GRANADA

Adjuntamos algunas opiniones sobre el pintor y su exposición en Granada. En carta transmitida por correo electrónico por su autor a la dirección de Caja Granada Obra Social.

"Tienen los granaínos la suerte de poder admirar de nuevo la hermosa obra de Luis Orihuela; dueño de una gran técnica, domina su arte como pocos, habiendo pasado en su ya larga trayectoria por distintos estadios de expresión que nos admiran.
Su paleta sabe todo tipo de motivos realizados con una amplia gama de colores que transmiten infinitas sensaciones cromáticas al espectador atento; en especial quiero en esta cortas líneas referirme a sus paisajes, sus olivos de Jaén; y digo bien, porque son suyos, de la tierra que le vio nacer de Catalina, en los que se refleja esa atmósfera especial que tan bien ha sabido captar el artista.
No siéndome posible asistir a la exposición les ruego transmitan mi enhorabuena a Orihuela, que hago también extensible a Caja Granada, que tan bien ha sabido ver el interés que suscita la obra del pintor y ofrecerla al entendido".
Atentamente,
Jaime García-Pelayo y Gross
Algeciras
Desde esta página nos hacemos eco de la opinión del Sr. García Pelayo, de su buen hacer literario y suscribimos por supuesto su opinión.

27 septiembre, 2006


La noticia mas importante sobre el artista en estas fechas es su exposición en el Centro Cultural San Anton, de Caja Granada en Granada.
Se puede visitar hasta el 5 de Octubre.
Centro Cultural San Antón. Sala A.
Calle San Antón 22, Granada
Horario de lunes a domingo: de 11:00 a 14:00 h y de 18:00 a 21:30 h.
En dicha muestra se exponen obras recientes de variadas temáticas y formatos grandes (1.20 x 1 m). Las temáticas expuestas son "Cunetas", "Tapias" y "Interiores de olivo".
Si estás por Granada entre hoy y el 5 de octubre no te lo pierdas.

26 septiembre, 2006


Junto a otra de sus lomas de olivos añadiremos a continuación el currículum del artista.
LUIS ORIHUELA

Ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) en los años 1952-58.

En 1959 realiza un curso de grabado en San Fernando. En 1963 se traslada a Algeciras, donde trabaja como Agregado de Dibujo y en 1968 obtiene la Cátedra de Dibujo del I.N.B. Isla Verde de Algeciras. En 1979 se traslada a Granada.

EXPOSICIONES INDIVIDUALES:

Ha realizado exposiciones individuales en 1975 Cortijo Los Canos, Sotogrande (Cádiz). 1979 Galería del Castillo (Jaén). 1983 Sala Magda Belloti en Algeciras (Cádiz). 1984 Galería Xauen (Granada). 1986 Sala de la Caja de Ahorros de Granada en Ubeda (Jaén), Sala Mackintosh may (Gibraltar), Vught (Holanda), Galería Peironcely (Madrid), Sala de Exposiciones de la Caja de Ahorros de Cádiz, Castro de Algeciras (Cádiz). 1988 Sala de Exposiciones El Minarete en el Puerto de Santa María (Cádiz). 1989 Jardines de la Almeja en Algeciras (Cádiz). 1990 Galería Peironcely (Madrid). 1991 Sala de Exposiciones Caja Sur en Algeciras (Cádiz), Casa de la Palma en Motril (Granada). 1992 Galería Peironcely (Madrid). 1994 Galería Jesús Puerto (Granada). 1996 Galería Peironcely (Madrid). 2002 Adin (Madrid), Galería Cidi Hiaya (Granada). 2004 Galería Cidi Hiaya (Granada). 2005 Galería DKS (Vitoria). 2006 Caja Granada, Granada

EXPOSICIONES COLECTIVAS:

1985 ha participado en exposiciones colectivas organizadas por diversas entidades y grupos, en: Salamanca, Madrid, Jaén, Málaga, Granada, Córdoba, Sevilla, San Roque (Cádiz) y Algeciras (Cádiz), “20 pintores andaluces” en Torredonjimeno (Jaén). 1987 “Jaén pintada”, Sala Provincial de Exposiciones de la Diputación de Jaén. 1991 “Grupo 58”, Caja de Ahorros de Avila. 2003 y 2004 Feria de Arte Independiente de Madrid (FAIM). Exposición de autores jóvenes y menos jóvenes Guadacorte, Los Barrios Cádiz (2001, 2003, 2005)

BECAS Y PREMIOS:

En 1953 obtiene el premio de colorido “Molina Higueras” en la Escuela Superior de Bellas Artes (Madrid). En 1957 obtiene la beca “Carmen del Río” de pintura de la Real Academia de Bellas Artes, Ayuntamiento de Jaén.
Ha pertenecido al taller de grabado del Realejo (Granada). Participando en la edición de tres carpetas de grabados y sus exposiciones.
La primera muestra de la pintura de Orihuela es una "loma" de olivares de su Jaén natal. Un clásico nunca abandonado al que siempre retorna.

Asi mismo y a continuación un artículo sobre el artista, escrito por su compañero y también artista Cayetano Anibal.

REFLEJOS DE LUZ Y COLOR EN LA MIRADA. CUESTIÓN PERSPECTIVA

Cayetano Aníbal González

Luis Orihuela es un artista jienense, de raíces insertas en el paisaje de su formación local, referida a la transmisión de los valores heredados. Prueba de ello ha sido su profundo interés por el olivar de las lomas de Jaén, como tema pictórico. Pero, por el contrario, es un ferviente convencido de la universalidad de la expresión artística en los contenidos emocionales o afectivos, independientemente de los orígenes que hayan sido los lugares, épocas o tendencias de la creación y sabe que toda variante en la expresión plástica puede ser válida y pueden ser muy diversos los lenguajes de la misma, incluso, yo diría, que admite como valores interesantes las opciones de las tendencias llamadas contraculturales, basándome, para esta apreciación última, en su poco ordenado sentido de lo ortodoxo, tanto en lo social como en el espacio que le corresponde al arte.
No es la primera vez que Luis Orihuela expone en la Galería Cidi Hiaya y ya tuvimos ocasión de ver hace dos años, en ese espacio, sus paisajes urbanos a carboncillo y esa otra mirada de su creatividad hacia temas tan poco usuales como tapias o cunetas, o aquel otro de las flores de las campanillas; temas en los que Luis nos sorprende por un concepto del artisticidad que descubre paisajes íntimos de la forma. A estas nuevas versiones, o visiones, de los temas ya conocidos por su muestra anterior, acompaña otros de paisajes con puntos de vista alejados y con una sorprendente perspectiva aérea en las lomas y marismas. Ahora vuelve a poner en juego nuestra capacidad de asombro al presentarnos obras cuyo título genérico es el de interior del olivo y que desarrolla en la práctica con coordenadas tan particulares.
Él ha encontrado nuevas posibilidades estéticas en la interpretación y sentimiento de la naturaleza, trascendiendo la apariencia externa de ella, ha llegado hasta su interior descubriendo el lugar donde se esconde una misteriosa belleza de vida, color y luz. Se divierte apasionadamente con ello, buscando el arte en las entrañas enmarañada del mismo, como en Pollock o, quizás, como en las sutiles tramas de color que podemos observar en Rothko.
Lo suyo es investigar en una realidad que se desarrolla en otra dimensión distinta de la que convencionalmente le reconocemos a la naturaleza. Su plástica es coherente, al crear su propia realidad, sobre la que se le ofrece en las cosas. Si analizamos su trayectoria encontraríamos, como en la secuencia seguida por Mondrián en la síntesis de la forma un árbol, un resultado absolutamente consecuente con la depuración o el desmembramiento y reestructuración de la naturaleza. No es nada nuevo el proceso en líneas generales, pero sí el tamiz por el que pasa, de la personalidad y sensibilidad del artista. El resultado no es incongruente, ni gratuito, ni se han dejado al hallazgo fortuito la elaboración ni el contenido de las obras. No es pintor de pintura-pintura, en el sentido de abstracción por abstracción formal. Pinta la realidad que quiere ver y que está donde todos podrían verla.
A veces sólo vemos el arte en lo que tenemos aprendido, olvidándonos de que podemos sentirlo sin la necesidad de tener referencias externas a nuestra propia apreciación. Otras, únicamente admitimos como arte aquellas obras que son respuestas reflexivas del hecho artístico. En el extremo de esta última postura estaría la consideración de Harold Rosenberg de que “La pintura ha llegado casi al punto en el cual existe como arte solamente a través de lo que se dice sobre ella” (1) y así ha surgido ese personaje coleccionista, galerista o simple aficionado, o “artista”, cuya razón de apreciación artística sólo es el espejo de un estado de opinión.
En la práctica del arte, Luis Orihuela parece, engañosamente, que desarrolla su obra con conceptos distintos en cuanto a las perspectivas de paisajes, desde puntos de vista alejados o aquellos otros donde su ojo de pintor, su mirada, se adentra hasta los rincones más profundos de las estructuras de ese mismo paisaje. De sus vistas de las lomas o las marismas al entramado del interior del olivos que ahora nos presenta, o el de las fibras de sus cunetas sólo hay diferencias en el orden perspectivo estructural y en la utilización de unos u otros recursos pictóricos; de la sobriedad de los grises y ocres salta a la generosidad en el color, que ha sido una de sus preocupaciones más febriles y definidas. Sus pinceladas, o trazos, se mueven, a veces, en grises plateados u ocres y dorados, de forma ondulada y suave acariciando el soporte y otras nerviosa y vibrante, como destellos, para conseguir que la forma se transfigure en color y luz puros, donde su pintura se enciende en reflejos de tonos rosados, azules o violáceos. Su mirada de ser de pájaro en vuelo sobre las lomas de las estribaciones de la sierra se transforma en insecto, huésped de las ramas de un olivo. Su sensibilidad le permite ese cambio de posiciones en arte y su producción artística será comprendida, o sentida, por todos los que de una u otra manera reconocen el mensaje de su lenguaje y sus valores, unos porque su educación se ha desarrollado en un solo plano, el del reconocimiento del objeto concebido como su apariencia total externa; otros porque la evolución de la expresión artística, su punto de vista y su análisis conceptual, le han permitido y llevado a una comprensión más amplia y menos estricta de las posibilidades del arte.
La modernidad de Luis Orihuela no es aprendida sino elaborada contundentemente por su propia visión de lo artístico, por el propio convencimiento de los conceptos aplicados en su obra y por su definida personalidad que, como en todo artista culto, se apoya en el conocimiento del Arte desde sus orígenes.
En resumen: quien nos presenta esta muestra de sus obras no es un artista convencional, ni situado a un lado u otro de la línea que separa, o enlaza, la tradición con la ruptura de la misma hacia los caminos desconocidos de un arte nuevo, ni siquiera está en esa línea, sino tomando de cada parte lo que interesa para mejor expresión de su propio lenguaje. Su actitud no es la del rechazo de la realidad exterior sino el de la mímesis de la misma. Busca en el interior de esa realidad formal y conceptual la emoción artística.

1. - Harold Rosenberg, Descubrimiento del presente, Caracas 1976