El 18 de Febrero del 2018, se inauguró la exposición retrospectiva que Algeciras brinda a un pintor que ha pasado en ella, mas de 60 años de su vida, dedicándose a la enseñanza de dibujo y bellas artes en sus institutos y escuelas de artes y oficios.
La exposición, genialmente comisariada por
Nando Arguelles, La obra permanecerá expuesta hasta el 27 de Abril de 2018 y se puede visitar de lunes a sábado, en horario de 10:00 a 14:00 .
Esta exposición, recupera obras de todas sus etapas artísticas, incluyendo desde estudios de su época de estudiante en La Escuela de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), hasta sus obras mas recientes, retratos, grabados, paisajes etc, algunas de ellas, cedidas por colecciones privadas.
El artista y Nando Ramos-Arguelles
El texto de su catálogo, escrito por la Premio Nacional de pintura,
Soledad Sevilla, dice así:
"
LOS RASTROS DE UNA VIDA
Me enfrento a la difícil tarea de escribir sobre Luis
Orihuela y tratar de describir con palabras una personalidad caracterizada por
la intensidad, dificultad que se acrecienta cuando media poderosamente el
cariño y la amistad.
Es imposible para mi pensar en Luis Orihuela y no ver sus
hermosos paisajes donde los olivos se adaptan geométricamente a la ondulación
del terreno. Estas imágenes nunca nos abandonan si pensamos en Luis, porque son
creadas de dentro hacia fuera, no al revés que sería lo lógico cuando el
artista se enfrenta al paisaje porque esas obras fueron generadas desde dentro,
desde la interioridad infatigable de su gran vocación. Lo exterior se vuelve
interior y sus obras nos emocionan porque son parte de sí mismo.
Sus cuadros más que objetos son parte de una vida, y vemos en
ellos la memoria. La memoria es la repetición de algo: algo del pasado vuelve a
presentarse en el presente. Sin repetición no podríamos reconocer nada, dice
Kierkegard, “porque lo que se repite ha sido anteriormente-de lo contrario no
podría repetirse- pero el solo hecho de que se repite algo que ha sido,
confiere a la repetición su carácter de novedad”.
El recuerdo mira hacia atrás, la repetición hacia delante.
Con esa repetición de la unidad Luis Orihuela crea campos
extensos que nos inspiran porque la experiencia de ver arte no es solamente
visual, también es emocional, y percibimos la experiencia de alguien que se
dirige en privado a nosotros.
Luis Orihuela es un pintor al que le debemos esas obras
hechas de recogimiento, y delicadeza.
Soledad Sevilla 2018"
La exposición, fue inaugurada, por la Teniente Alcalde y Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Algeciras, Doña Pilar Pintor, y en la inaguración, también se leyó este precioso texto, por parte de Miguel Vega,
Poeta, y Coordinador de actividades culturales del Ayuntamiento de Algeciras y antiguo alumno del pintor :
LA LUZ DE LOS MEMBRILLOS
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Puede
suceder, que al trasluz de la vida tendida al sol, con su cadencia de piano,
junto a los descoloridos apuntes de la memoria perdida, reaparezcan los sueños
y el miedo, que un día habitaron adolescencias y pupitres, casas e infancias,
aula y tinta china, entre los lejanos olivos y el tiempo de las huidas, que
suenan en el profundo sur de la guitarra y su marítimo flamenco, a los veranos que duraban años, a los pies
del barranco, donde sangra el poeta y la inmortalidad le acecha, con su regusto
agridulce de naranja amarga y verso roto.
Y
mientras, aquí donde la vida, seguíamos perdiendo las batallas contra el
tiempo, llegábamos a la pintura, como a un estado de ánimo, y a ella nos
aferramos, como la piel a la manzana, cuando conocimos a Luis Orihuela -el
catedrático de dibujo- siglos antes de
descubrirlo como el artista y el genio,
que selló para siempre, un
personal pacto poético con la naturaleza y sus colores, y que entre las
canciones de Serrat y la melancólica lluvia machadiana, en los cristales del
invierno de cualquier curso pasado, que tachamos a destiempo de los almanaques
del corazón, nos enseñó a buscar la luz, en los óleos, los carboncillos, el sol
y sus pigmentos.
Ahora, recorriendo cuadros con su
firma, en esta antología de culto y fuego, desde su textura de marismas y
amapolas -como cuando estaba aprendiendo a ser persona, antes que hombre- con las leyes no dictadas del trazo y de la
línea, de la sombra y el desnudo, la geometría y el círculo, el cuerpo y el
paisaje, o la abstracción de lo invisible, su obra sigue alterando la visión
del mundo y su belleza, que aún persigo, coloreando bodegones, en un cuaderno
de dibujo, donde nunca supe encontrar la luz, ni de los veranos, ni de los
membrillos, que en cada uno de sus lienzos, la vida enciende.
La pintura, como arte, a la inmortalidad
acerca, desde estas paradas de la vida, que suceden tardíamente, pero mientras
transcurren, se esfuman los extraños, aparecen los amigos, y los dioses pintan.
Y es
cuando el maestro, atraca en Puerto Sol, y es cuando el artista se deja empapar
por una lluvia acrílica, desde su cotidiana vocación, de sentirse a la par,
Dios y Juan Lobón, cuando pinta, o cuando canta, amontonando los pinceles, que
sostienen en pie la arquitectura del verso, que de su pintura nace.
Luis
Orihuela, desde la luz de los membrillos, regresa en cada milagro, en cada
lienzo, para abrir las ventanas y la vida, como ayer, y como siempre.
MIGUEL VEGA
Saludos cordiales
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